La paloma, una de las aves más comunes en áreas urbanas, puede convertirse en una plaga debido a su capacidad para adaptarse y reproducirse rápidamente.
Aunque son vistas como inofensivas por muchos, representan riesgos significativos para la salud y las estructuras.
Sus excrementos son portadores de enfermedades como histoplasmosis, criptococosis y psitacosis, que pueden transmitirse a través del contacto directo o al inhalar partículas de sus heces secas. Además, sus nidos y plumas pueden albergar parásitos como ácaros y pulgas.
En términos estructurales, los excrementos de las palomas son altamente corrosivos y pueden dañar techos, estatuas y otras superficies. Sus nidos también pueden obstruir sistemas de ventilación y drenaje, causando problemas adicionales. Controlar su población mediante redes, picos disuasivos y manejo adecuado de residuos es fundamental para minimizar su impacto.
